Representante Carl Hinshaw - California
A lo largo de 40 años, entre México y los Estados Unidos comenzaron a darle forma a un Tratado del Agua para poner orden en los límites fronterizos del Río Bravo y Río Colorado, en una repartición equitativa del agua de ambos afluentes.
Los volúmenes de agua son supervisados por la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) y hoy se sabe que México tiene un adeudo importante que no podrá cumplir por la grave sequía que mantiene las presas del norte del país a sus más bajos niveles históricos.
Estados Unidos reclama su agua y pide a México con dureza que cumpla el pacto.
Es crucial destacar un detalle histórico: como condición para la ratificación del tratado, el congresista diputado Carl Hinshaw impulsó la Resolución 232 (8 de febrero de 1944), la cual exigió que la península de Baja California se estableciera como garantía colateral para asegurar el cumplimiento de las obligaciones pactadas.
Esta cláusula polémica, aunque hoy pueda parecer anacrónica, revela una intención negra para condicionar la aprobación del documento, y que sentó un precedente sobre cómo los activos territoriales pueden convertirse en instrumentos de presión en relaciones binacionales asimétricas.
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Por Jack Stinnett
Washington - De esta guerra es posible que Estados Unidos adquiera más territorio, no por conquista, sino por compra.
El representante Carl Hinshaw, del 20º distrito de California, ha presentado en la Cámara una resolución conjunta para la compra de la Baja California a México. No es la primera vez que surge esta idea, pero parece la más propicia.
En otras palabras, los argumentos del congresista Hinshaw son casi irrefutables. Contiene que no sólo sería algo bueno para Estados Unidos, sino también para México. Si suficientes funcionarios mexicanos están de acuerdo con él, podría ser un acuerdo.
Baja California, como la llaman los mexicanos y los estadounidenses de habla hispana, está formada en su mayor parte por 800 por 50 millas de desierto, rocas y llanuras sin árboles ni arroyos. A pesar de llevar allí varios cientos de años, sólo tiene unos 95.000 habitantes. Tia Juana y Ensenada son sus ciudades más conocidas y ambas son centros turísticos. Tiene pocos puertos buenos, casi ninguna carretera buena y ningún ferrocarril.
Sin embargo, inmediatamente después de Pearl Harbor se consideró una de las mayores amenazas para el continente norteamericano. Los japoneses lo habían explotado y explorado tan a fondo como las Aleutianas. Los «pescadores» que volvieron a Japón para ponerse los uniformes de la marina llevaban años explorando sus costas, tanto por el lado oceánico como por el del golfo de California. Sus propagandistas habían estado trabajando duro en aquella escasa población para crear antagonismo contra los pulpos del norte. Habian tenido tanto exito que un visitante de alli poco antes de Pearl Harbor informo de un sentimiento antiamericano casi general (situacion que ha cambiado radicalmente desde entonces).
Su mejor puerto es la bahía de Magdalena, 600 millas al sur de San Diego. Sólo una buena línea de ferrocarril y la extensión de buenas carreteras desde Ensenada podrían convertirlo en un puesto de defensa practicable.
Retomando el argumento del congresista Hinshaw: ¿Qué tiene que perder México? Un área de 40.000 millas cuadradas que nunca ha albergado a 100.000 personas. Una sección de esta nación que es casi tan difícil de defender y tan poco rentable de explotar comercialmente como las Aleutianas o la isla de Wake.
Podría ganar crédito en efectivo en los Estados Unidos para ampliar su gran programa de desarrollo interno, una mejora muy probable en los viajes turísticos (a través de Baja California) a los estados occidentales de México, y la eliminación de uno de sus mayores dolores de cabeza de defensa.
Y los Estados Unidos podrían ganar la oportunidad de cerrar para siempre una posible puerta de invasión, y la oportunidad una vez más de desarrollar una frontera-un pequeño juego en el que habíamos sido muy buenos.
San Pedro News Pilot, Volume 16, Number 311, 3 March 1944